domingo, 23 de agosto de 2015

LA EXPULSIÓN DE LOS JUDÍOS DE SOS

Los judíos de Sos no sufrieron las intensas persecuciones que se desataron contra ellos en otros reinos de la Península porque su “leyenda negra” no estaba tan extendida en Aragón como en otros reinos cristianos donde la presencia musulmana había sido mayor (en Sos no hubo musulmanes) Aquí no cargaron con el sambenito de su colaboración con los invasores árabes durante la ocupación. Su importancia en Sos se manifestaba en el desempeño de importantes cargos en los gobiernos municipales o en la propia administración, en los que además su papel contributivo era esencial. Igualmente su colaboración con instituciones eclesiásticas en Aragón, junto a los beneficios económicos que generaban y los servicios que ofrecían a la jerarquía, posibilitó el consentimiento de la nobleza eclesiástica para con la comunidad hebrea.
Expulsión de los judíos de Sevilla, de Joaquín Turina Areal
El antijudaísmo, latente desde tiempo atrás, desembocó a finales del siglo XIV en violentas persecuciones contra los hebreos, en quienes se veían los chivos emisarios de las catástrofes de la época. En el año 1391 podemos decir que empezó la “caída” de los barrios judíos en España con los pogromos (asalto a las juderías con matanza de sus habitantes) Empezó en Sevilla y rápidamente se extendió por Andalucía y otras partes de España. En 1473 se dio otro en Córdoba y en 1449 uno en Toledo que se extendió por Castilla. 
Estos hechos de violencia antisemita fueron alentados por discursos de clérigos que veían los barrios judíos y mudéjares como una continua amenaza hacia su religión y el bienestar de los “buenos ciudadanos cristianos”. Así, las comunidades musulmanas y hebreas se vieron obligadas a vivir recluídas en sus aljamas y a portar señales distintivas.
Muchos judíos aceptaron la conversión al cristianismo para salvar sus vidas. De esta forma descendieron los efectivos de la comunidad judía, pero creció, en cambio, el número de los conversos o cristianos nuevos. En el siglo XV algunos conversos desempeñaron puestos claves tanto en la Corte como en los municipios o incluso en la Iglesia. No obstante, la vieja hostilidad contra los judíos derivó en animadversión hacia los conversos, víctimas de nuevas persecuciones. Se tiene constancia del asesinato de dos hebreos de Sos por una cuadrilla de navarros en 1427[1].

Desde 1480 la aljama de Sos pareció haber cobrado un impulso demográfico y mirando al futuro con cierto optimismo. Esto lo confirma el hecho de que en enero del año 1489 Salomón Jauli, judío de Calatayud, se obligó en la cantidad de 10 florines de oro con Faym Gualit, representante de la comunidad sosiense, por si no cumplía con el compromiso de entregar una Torá para la sinagoga de Sos el 15 de abril de ese mismo año[2], por lo que nada hacía presagiar el cruel destino que les aguardaba a los hebreos.
Tomás de Torquemada, inquisidor de Castilla y Aragón.
Finalmente, el 31 de marzo de 1492 los Reyes Católicos, alentados por Torquemada, firmaban en Granada el edicto de expulsión de los judíos de Castilla y un poco más tarde firmaba uno para la Corona de Aragón.
Los judíos que optaron por el exilio lo hicieron con muchas prohibiciones a la hora de llevarse sus pertenencias, ya que tuvieron que vender sus bienes a muy bajo costo y pagar impuestos. Cuenta Miguel Ángel Motis que muchas propiedades de las aljamas, incluída su documentación, pasaron a poder de quienes tuvieran la autoridad en la zona: el rey, la iglesia, las órdenes militares o los nobles. Los bienes confiscados a los judíos de Sos pasaron a la Corona y ahora alguno de esos documentos se han encontrado en el Archivo Histórico Provincial de Huesca. Los textos estaban escritos sobre vitela, un pergamino muy fino y muy bueno que, por supuesto, no se destruía, sino que se reutilizaba. En este caso se había usado para encuadernar protocolos notariales. (Actualmente Miguel Ángel Motis está intentando recuperar dichos pergaminos.)

En lo que respecta a Sos, la primera referencia notarial que se halla en los protocolos notariales del proceso de expulsión data del 5 de mayo de 1492; se trataba de una carta pública por la que se hizo saber a las autoridades municipales cristianas la obligación que tenían los judíos de Sos de pagar 544 sueldos de los 200.000 que aún les restaba de satisfacer a las aljamas de todo el reino por un subsidio de 500.000 pagaderos al rey por causa de las usuras y de los contratos desaforados de deuda otorgados por los hebreos; para obtener dicha cantidad se dispuso que se embargasen bienes de los judíos[3].El 30 de junio, a falta de un mes para que expirase el plazo de la expulsión,  los comisarios del gobernador de Aragón, Alfonso de Artieda y Español de Sos, solicitaron a los comisarios de la Inquisición, Martín de Murillo y Eximeno de Longares, que les entregasen el inventario de los bienes de los judíos de la villa y todos los documentos de los mismos, pidiéndoles que no se entrometiesen en estos asuntos[4], puesto que si en un principio el rey Fernando había dispuesto que el Santo Oficio participase en el control de los bienes de los judíos en todo el territorio aragonés, ante las extralimitaciones de los representantes de la Inquisición en otras localidades del reino, que intentaron capitalizar en su favor todo el proceso, el monarca les ordenó inhibirse.
Torquemada y los Reyes Católicos
 El 17 de julio, fecha en la que se liquidaron los principales problemas económicos, se vendió una viña de los judíos por 110 sueldos con los que se pagaron las dietas y los salarios de los comisarios de la Inquisición[5]; se vendieron los bienes muebles y los títulos de deuda de los hebreos a la propia aljama por 5.808 sueldos para darles inmediatamente una cantidad equivalente, 264 ducados de oro, con los que cumplir con la obligación de entregar tres ducados por judío que se marchara del reino[6], es decir, la suma que teóricamente debían obtener como desagravio por tener que salir del país la tuvieron que emplear en comprar lo que era suyo y que los comisarios les habían confiscado. Después se procedió a vender el fosar de los judíos, sus heredades anexas y las deudas sobre los cristianos al infanzón Lozano Martínez menor de días por 1.163 sueldos[7]; el fosar y las tierras se fijaron en un precio de 200 sueldos, estimándose en 523 sueldos y 6 dineros las cantidades adeudadas a través de créditos realizados mediante comanda, a los que se unieron 437 sueldos y 6 dineros que también les debían algunos cristianos como peñoras; en total estas deudas ascendían a 963 sueldos[8], una suma muy modesta si se tiene en cuenta que era el conjunto de lo adeudado a toda la comunidad; y finalmente se dio a cada pareja o a cada casalero la ropa necesaria para que pudiesen dormir en el trayecto hacia su nuevo destino[9], consistente en una litera y dos linzuelos por cédula familiar, repartiéndose estas ropas a veinte familias (88 individuos).
De este modo Sos vio mermada su población en una sexta parte, y lo que es más grave, fue testigo de un importante declive económico al ver desaparecer gran parte de la población activa dedicada a la agricultura y al artesanado, causando una grave crisis económica en el municipio.
La práctica totalidad de los judíos que abandonaron Sos se marcharon a la vecina localidad navarra de Sangüesa, dada su cercanía y los estrechos lazos comerciales que tenían con sus habitantes; además,  todavía no se había hecho efectivo el edicto de expulsión en Navarra. Supuestamente los últimos judíos que salieron de la villa de Sos en dirección a Sangüesa  fue el 30 de julio de 1495, viendo esta localidad navarra un notable incremento de su población hebrea, pues si en el año 1366 Sangüesa contaba con 35 fuegos hebreos, en el año 1494 tenía 57.
Benjamín Campel comenta que tras la expulsión de los judíos de las Coronas de Aragón y Castilla, surgió en Sangüesa una aljama de judíos foráneos, que disfrutaron de sus propios regidores y que tuvieron algunos enfrentamientos con los hebreos nativos, puesto que los recién llegados no aceptaron sus obligaciones fiscales referentes a las pechas de 1495, por lo que se tuvo que recurrir a la mediación del procurador fiscal del reino[10]

Pero a comienzos de 1498 el edicto de expulsión también llegó a Navarra, teniendo un plazo hasta el mes de marzo para abandonar la Península o convertirse al cristianismo. Muchos se convirtieron y regresaron a Sos, otros dejaron la Península, siendo acogidos principalmente por tres países: un país cristiano, Portugal, y dos países islámicos: Marruecos y Turquía. Pero en 1497 la Corona Portuguesa, siguiendo el ejemplo de España, decretó también “o bautismo o expulsión”. Muchos de estos judíos españo-lusitanos se trasladaron a Inglaterra, Bohemia, algunos estados italianos y sobre todo a los Países Bajos; y con la expansión de la colonización algunos llegaron incluso al Nuevo Mundo. A estos judíos que habitaron España y  a sus descendientes se les llama sefarditas, y actualmente se encuentran dispersos por todo el mundo abarcando su distribución geográfica cuatro continentes: Europa, Africa, Asia y América.Según la Asociación Sefardita de Jerusalén los sefardíes repartidos por todo el mundo suman la cifra aproximada de millón y medio.
 Decreto de expulsión de los judíos  ( ver decreto de expulsión)


Decreto de expulsión de los judíos , que se conserva en el Archivo Histórico Provincial de Ávila



[1] Iranzo Muñío, Mª T. (ed), Acta Curiarum regni Aragonum. Cortes del reinado de Alfonso V, T. IX, vol. 1, Zaragoza, 1983, p. 235; en: Abellá Samitier, J. Sos en la Baja Edad Media. Una villa aragonesa de frontera. I.F.C.(C.S.I.C.) p. 284. Zaragoza, 2012.
[2] A.H.P.S., Juan Zareco, p. 430, f. 4.
[3] A.H.P.S., Miguel del Sen, p. 450 B, ff. 20-20v.
[4] A.H.P.S., Miguel del Sen, p. 450 B. ff. 31-31v.
[5] A.H.P.S., Miguel del Sen, p. 450 B, ff. 34-34v.
[6] A.H.P.S., Miguel del Sen, p. 450 B, ff. 40-41v.
[7] A.H.P.S., Miguel del Sen, p. 450 B, ff. 42-44.
[8] A.H.P.S., Miguel del Sen, p. 450 B, ff. 42-44.
[9] A.H.P.S., Miguel del Sen, p. 450 B, ff. 44-44v.
[10] B.R. Gampel. Los últimos judíos en suelo ibérico. Las juderías navarras, 1479-1498. Gobierno de Navarra. I.P.V., Serie Histórica, nº 81. 1996, en Abellá Samitier, J., op. cit. Sos…p. 295.




BIBLIOGRAFÍA


-ABELLÁ SAMITIER, JUAN. Sos en la Baja Edad MediaUna villa aragonesa de frontera.I.F.C.(C.S.I.C). Zaragoza,2012.
-BAHER, YITZHAK. Historia de los judíos en la Corona de Aragón (siglos XIII-XV) Temas de historia aragonesa, 3. D.G.A. Zaragoza, 1985.
-CABEZUDO ASTRAIN, JOSÉ. La judería de Sos del Rey Católico. Sefarad, XXXII. 1972.
-CONDE Y DELGADO DE MOLINA, R. La expulsión de los judíos de la Corona de Aragón. Documentos para su estudio. Fuentes Históricas Aragonesas, 19. I.F.C., C.S.I.C., Zaragoza, 1991.
-MOTIS DOLADER, MIGUEL ÁNGEL. Guía del Aragón judío. D.G.A. Zaragoza, 1991.
-MOTIS DOLADER, MIGUEL ÁNGEL. Guía de las juderías de Aragón. Prames. Zaragoza, 2011.
-MOTIS DOLADER, MIGUEL ÁNGEL. Hebraica Aragonalia. El legado judío en Aragón. D.G.A. Zaragoza, 2002.
-MOTIS DOLADER, MIGUEL ÁNGEL. La sociedad judía aragonesa en la Edad Media. Historia de Aragón II: Economía y sociedad. I.F.C.,1996.

  

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